AMOR SOBRE RUEDAS

Anoche pasamos una velada muy agradable con nuestros proximos compadres Fer y Belem. Nos encontrabamos en medio de una rica cena y las últimas cervecitas antes de la hora macabra de la Ley Seca que empezaría a aplicar a media noche, gracias a las elecciones q habrá este fin de semana. Hablamos de muchos temas y la conversación se mantenia muy animada.

Y de pronto surgió un asunto que personalmente me pareció de lo mas divertido y que creo que puede ser algo con lo que muchos nos identificamos: EL AMOR POR NUESTROS CARROS. Que increible, pero uno empieza a formar una relación que puede ser de amor/odio con los automóviles. He trabajado 10 años en la industria automotriz y ayer volví a sentir la emoción que hace años no sentía al hablar de coches desde un punto de vista mas humano, mas de cliente, mas llevado por la emoción.

Y es que, quién no se acuerda de su primer carro?...el primero que te regalaron?...el primero que te compraste con tu propio dinero y esfuerzo?, el auto donde aprendiste a manejar?... No es dificil encariñarse de este pedazo de fierros, llantas y un volante, que se convierte en nuestro amigo, complice y compañero de miles de aventuras.

Les ponemos apodos (recuerdo que el de mi primer carro era "la cucaracha", una guayin Dart K que mi papá me regaló hace muchos años, luego recuerdo el primero que compre nuevecito y con mi dinero, el terrible "rabiosito", un Astra Hatchback color plata que aun extraño). La emoción de sacarlo de la agencia, el olor a nuevo, el cuidado que le damos, la alegria que se siente al llenarlo de amigos e ir a "dar la vuelta" para presumirlo. Los autos son una de las fuentes de emoción que mueven más fuertemente a los seres humanos, ya sea al manejarlos, al comprarlos, al venderlos o incluso, al solo admirarlos aunque sea de lejecitos.

Hay una conexión emocional entre los hombres (y mujeres) con sus autos. El auto es una extensión de la personalidad del dueño. Les ha tocado que hay gente que la ves y casi puedes jurar que tipo de carro maneja??....."Tiene cara de Beetle"...." o tiene jeta de Jetta" (valgase el juego de palabras ok?) El auto no es un medio de transporte, es un sueño, un anhelo, una historia para contar. Y que mejor ejemplo que las locuras que la gente hace por hacer de sus autos una pieza "única": Los dados de peluche, el neón bajo la carrocería, el alacrán disecado en la palanca de cambios, el acelerador con forma de piecito, la imagen de la Virgen con flequitos pegada en el techo, la antena de guarura, el vaquero de marlboro en el vidrio trasero, los rines que se mueven aun cuando el auto esta detenido ( What the hell is that??), las flamas en la pintura, la camiseta del equipo de futbol en el lado del conductor, los zapatitos cobrizados del niño o el CD que cuelga del retrovisor, las famosas rumorosas de latón en la parte trasera del carro, etc entre muchas otras linduras. Las han visto o las aplican?? jajaja

Pensando en el carro que manejamos actualmente, puedo asegurarles que es muy difícil que nos mantengamos frios y pasivos ante él. Ahí pasamos buena parte de nuestro día, oímos nuestra musica, escuchamos la radio, cantamos, silbamos, nos enojamos, frenamos, aceleramos y giramos el volante de forma automática. Pero siempre dedicamos unos instantes a sentir el motor, a ver como se refleja su imagen ante edificios de espejos, a darle un "acelerón" para que los caballos de fuerza no se pongan gordos y trabajen, etc. Es nuestro auto. Somos nosotros representados en lamina y fibra de vidrio. En caucho y cristales. En tela o piel.

El auto mas bonito, es el nuestro. Al menos, ante nuestros ojos, asi lo es. Si no, pues toca venderlo, cambiarlo o irle ahorrando para comprarnos el que nos gusta. Si ninguna de las anteriores aplica, pues a buscarle el lado bueno y empezar a quererlo, porque es parte de nosotros mientras lo manejemos y la factura este registrada a nuestro nombre.

La historia de amor entre el hombre y su auto seguirá por muchos años más y que bueno que así sea. Es un amor que vale la pena disfrutar. Es una historia eterna de amor sobre ruedas.

Aureliano García