26/11/10

LA CIUDAD FELIZ

" La vida se ve diferente cuando tienes una pistola apuntándote a la cara". Yo.

"Las llaves de la pinche camioneta" ...gritó el sujeto que se bajaba apresuradamente de un automóvil, mientras caminaba nervioso hacia mi, blandiendo su arma y apuntándome a la cabeza. El robo pasó en menos de 30 segundos, pero en mi mente siempre pasa y seguirá pasando en cámara lenta, casi cómo en cámara phantom.

Por razones que aun desconozco pero de las cuales siempre estaré agradecido, el sujeto no puso resistencia cuando le entregaba las llaves y le pedía que me dejara bajar a mi esposa y a mi bebé antes de que cometiera su atraco. Nunca olvidaré la escena:  ver a mi esposa cargando en brazos a mi hijo de mes y medio de nacido, entrando apresuradamente a la casa mientras los criminales consumaban su acción, llevándose el automóvil, producto de arduo trabajo y pagos mensuales puntualmente liquidados. Y Sí, leyeron bien, el asalto se llevó a cabo en la puerta de mi casa.

Los coches son fierros, tienen arreglo. Preservar la vida es el instinto básico del ser humano y todo se concentra en ese momento donde hay que decidir como actuar mientras la frente se convierte en el objetivo del arma que nos apunta. Presevar la vida, salvar a la familia. No hay más.

Ésto pasó anoche, en Monterrey. La ciudad que ha sido catalogada como la 4ta ciudad más feliz del mundo por un escritor extranjero que nos visitó en el 2006, lo llevaron a 3 cantinas y 2 table dance y gracias a la magia de una editorial que le publicó sus pendejadas, el tema llenó de regocijo a algunos desinformados y de rabia a otros, como el que ésto escribe, al detectar el cinismo implícito en la categorización.

Pasó en Monterrey, la ciudad donde se bloquean las calles, se asesinan las bandas rivales en plena calle, se matan civiles por "error", se asalta a plena luz del día, se extorsionan negocios y se pierde, por minuto, el respeto por la vida humana.

Pasó en Monterrey, la ciudad en donde empresarios como Don Lorenzo Zambrano califica de cobardes a los que han decidido irse de aqui debido a la inseguridad. No le deseo a nadie, menos a Don Lorenzo, el momento duro y asfixiante de sentirse encañonado y dejando la decisión de vivir o  morir en manos de un truán desconocido y desalmado.

Pasó en Monterrey, en donde ni el gobernador ni el presidente municipal viven en la ciudad por el miedo que les corroe. Pero si cobran. No crean ustedes que eso les ha dado miedo nunca.

Pasó en Monterrey. Mi ciudad adoptiva. La que me recibió segura y que ahora me causa un profundo desconcierto.

Pasó en Monterrey. Todo indica que seguirá pasando porque no hay criminal que resista la tentación de actuar en un país impune y en un estado fallido.

Hoy, estamos vivos para contarlo. Mañana, no sabemos.

Bienvenidos a la ciudad feliz.

Do something!

Aureliano García

10/11/10

SIN MANUAL

Hace un mes
-finalmente-
llegó.

Perfecto, retando a la vida con un grito de guerra lanzado al primer segundo de pertenecer a este mundo dantesco.
Pequeño pero con pulmones de adulto, despierto, inquieto y con una mirada que derrite un Iceberg.

Orgullo de los nuevos padres, ilusión de los abuelos, futuro blanco de la alcahuetería de los tíos y alegría de los buenos amigos.

Un hijo. Una mezcla de esperanzas, amor y genes. Para los padres,es un deseo cumplido, un milagro que vibra en nuestras manos. Una vida que nos une, nos responsabiliza, nos pone del otro lado de la raya. Un hijo le pone cuenta regresiva a nuestro tiempo -prestado- para ser ésos papás de los cuales pueda sentirse orgulloso cuando pare el reloj y parta a hacer su vida lejos de casa.

Llega cargado con un arsenal de momentos futuros. De gracias que serán festejadas. De logros y éxitos que nos llenarán de gozo. Llega también con su dotación de dolores de cabeza, de sufrimientos, de desamores y de angustias. Llega con un vale intercambiable al momento del nacimiento, válido por una vida digna, decente y llena de amor, canjeable al momento y sin fecha de caducidad 

Y lo mejor de todo: Llega sin manual.

La responsabilidad y la tarea más importante del ser humano no se aprende en la universidad, ni en un postgrado, mucho menos en los libros que proclaman "especializarse" en estos temas. A ser padre se aprende de manera autodidacta. Los consejos se agradecen y ayudan, pero la realidad es que sólo tenemos una oportunidad para hacer el trabajo y hacerlo bien. La buena intención es dada pero es la ejecución la que nos define.

Asi pues, no hay manual para ser padres, tampoco para educar y formar hombres y mujeres de provecho. No hay manual y nunca lo habrá. Y ésa, para mí, es la mejor parte. El mayor regalo que un hijo nos da, es la emoción de aprender a sorprendernos de nuevo con las cosas pequeñas, a llorar con una sonrisa, a reir cuando baja una fiebre, a estudiar geografía cuando pensabamos que ya habíamos recorrido el mundo entero y a pegar con engrudo cuando ya sólo recordabamos como usar el "paste" en el computador.

Todas las profecías de nuestros padres se vuelven realidad: "Ya verás cuando tengas tus hijos".

Y al verlo nacer, en un segundo que se imprime a fuego en el alma, la mente recuerda, el cuerpo tiembla y el corazón acelera porque se tiene la certeza de que la profecía acaba de cumplirse.

Como si fuera parte de un hechizo de vida, desde hace un mes, no pasa (ni pasará) un día sin que recuerde éste poema de Rudyard Kipling, que mi padre tenía colgado en su oficina y el cual, cuando niño, nunca entendí bien.
Hoy lo entiendo mejor que nunca y también entiendo por que mi papá lo tenía siempre a la vista.

LEY

Hijo,
Si quieres amarme
bien puedes hacerlo;
tu cariño es oro
que nunca desdeño.

Mas quiero comprendas
que nada me debes;
soy ahora el padre,
tengo los deberes;

nunca en las angustias
por verte contento,
he trazado signos
de tanto por ciento.

Ahora, pequeño,
quisiera orientarte:
mi agente viajero
llegará a cobrarte;

será un hijo tuyo
gota de tu sangre,
presentará un cheque
de cien mil afanes...

Llegará a cobrarte
y entonces, mi niño,
como un hombre honrado
a tu propio hijo, deberás pagarle!

Y es que no hay manual. Sólo queda el ejemplo. Ésta, es la Ley.

Do something!

Aureliano García