9/8/12

VENDER PARA CONTARLA

"Nos encanta comprar, pero detestamos que nos vendan".

Mmmm.

La cita sigue siendo válida, pero cada vez para menos personas. Confieso que la viví y la usé por muchos años como cliente, como vendedor y como coach de ventas.

Pero hoy, ya no me satisface.Ya no me la creo. Le perdí la Fe.

Muy dentro de mí, allá en donde Freud encontraría a mi más primitivo Id,  YO QUIERO QUE ME VENDAN. Estoy esperando, sin concederlo tácitamente, que la marca, la mercadotecnia, el producto y sobre todo, el personal que me está atendiendo, salga unos centímetros fuera de sus niveles de mediocridad para hacerme ver que comprarle a ellos es una decisión que me hará sentir mejor, más inteligente, más guapo y articulado ...o al menos, me hará sentir menos bruto al dejarles mi dinero en el mostrador. Quiero que me sorprendan.

ADVERTENCIA:

Antes de que los merolicos, stalkers, perseguidores de pasillo, traba puertas con el pie, pseudo intento de vendedores (Para más detalles, favor de ver la fotografía que ilustra el documento) brinquen de alegría y hagan danzas tribales festejando que ya pueden abordar al cliente y joderlo hasta el cansancio con su "script" de ventas, el cual se aprendieron tomando mil pastillas de Sukrol para poder, ahora sí,  "perseguir la chuleta" sin olvidarse del guión, hago una observación importante: QUIERO QUE ME VENDAN....COMO DIOS MANDA. Así qué, lamento decepcionarlos: No hay atajos en el mundo de las ventas.Pero eso, ya lo sabían, ¿Qué no?. Habiendo aclarado el punto, continúo:

Durante siglos y hasta hace un par de lustros, siendo el mundo un mercado exclusivo de vendedores, los clientes huíamos de los procesos de venta acartonados y falsos a los que nos enfrentábamos en diferentes establecimientos: "Hola, ¿en que lo puedo ayudar?, tenemos las fragancias Siete Machos en oferta para usted y las chalinas de Pericoapa a mitad de precio para la damita". Una línea insufrible. Patética. Movió al mundo por años. Not anymore.

En los últimos 10 o 15 años, todo cambió. Los clientes tomamos el control, nos informamos mejor, comparamos en linea y a tiempo real, dejamos de hacer casos a los tristes anuncios de la TV y los periódicos y empezamos a infiltrarnos , todos juntos, en el lado oscuro de las ventas. Le damos más valor a los comentarios de la gente real que a cualquier otra referencia. Aprendimos las tácticas de ventas de todas las industrias y aprendimos también como vencerlas. Aprendimos las estrategias y como obsolescerlas. El poder de los clientes en las redes sociales sobre las empresas que se atreven a usarlas y a ser absolutamente vulnerables a los comentarios y trolleo intenso cuando se equivocan en el servicio que dan, es inconmensurable. Casos de empresas que desaparecen, se hunden en el fango de la mala reputación o que se encumbran como reyes de la cercanía, surgen a diario en Twitter con las consecuencias que ya todos conocemos. El cliente está al mando, tiene el poder y sabe como ejercerlo con resultados bestiales, positivos o negativos, en cuestión de segundos.

Y como clientes informados, enterados de características y beneficios de los productos que pensamos adquirir, conocedores de las posibles técnicas que un vendedor puede querer aplicarme para "cerrar" el trato, llegamos al piso de ventas a enfrentar una batalla que ahora se libra en igualdad de circunstancias.

Así pues, el papel del vendedor se redefine, se transforma y se convierte en un factor determinante para que la decisión que vamos a tomar sea a su favor o en su contra. Aquí no hay momentitos, la guerra es brutal y no hay empates.

Y es entonces donde entra la nostalgia: "Véndeme algo, compadre", piensa nuestro comprador cerebro primitivo. "Sorpréndeme, dime algo que no sepa", anhela nuestro gastador corazón compulsivo. Házme darme cuenta de lo chingón que eres, dice nuestro retador espíritu combativo.

Muéstrame tu tienda, tu línea de productos, sonríe sinceramente, rétame un poco, pregúntame cosas, preséntame al Gerente y si tú eres el Gerente, trátame como VIP. Díme como mejorar mi compra, ofréceme beneficios adicionales, dame opciones, muéstrame los financieros de nuestra transacción, déjame muy claro como localizarte y contestame si lo hago, hazme creerte, confiar en tí y déjame callado con tu actitud, aptitud, energía y ganas de servir.

Hay que vender para contarla. No más trucos. No más caminos tortuosos. Véndeme francamente, sin miedos ni titubeos. Yo, como cliente postmoderno en el que me he convertido, te lo agradeceré.

Do something!

Aureliano García