He visto a las mejores mentes de mi generación perderse en una marisma de lambisconería, conveniencia, silencio y cobardía, por así convenir a sus nuevos intereses. Lejos quedaron los años de estudiantes, en dónde los admiraba por sus agudas arengas políticas, sociales y religiosas, en las que no se guardaban nada y las palabras fluían con dolorosa, punzante e interesante verdad. Años después, los leo como editorialistas en algunos periódicos o los escucho en vacuos discursos desde sus flamantes posiciones políticas y no puedo evitar sentir una gran decepción, seguida de una reflexión que ahora inspira estas anotaciones.
Y es que si ya de por sí es triste perder la capacidad de sorprenderse, es doblemente lamentable perder la capacidad de SOSTENERSE: en ideologías, conceptos y verdades. Cuando las aberraciones comienzan a verse como normales, cuando lo obvio grita y los oídos ensordecen, y cuando la vista engorda ante el encumbramiento de la franca estupidez forrada en billetes verdes, es ahí cuando se ha perdido la parte más alta, valiosa y diferenciadora del ser humano: la de disentir. Porque al no disentir, no somos diferentes a la oveja que sigue al rebaño sin preguntarse a dónde van y por qué van a donde van.
La vida es muy corta como para ser vivida sin verdad. Y no es fácil, requiere tener valor, pero como todas las cosas que valen la pena, vivir con verdad requiere resistencia...como decía un gran amigo que siempre vivió diciendo lo que pensaba sin cortapisas: "Son carreras, no arrancones".
Se vale disentir, no estar de acuerdo. Se vale enfrentar nuestras ideas con las de las expertos, siempre y cuando nuestro sentido común nos diga que es lo correcto poner un alto a las cosas y los argumentos validados nos den luz verde para el galleo verbal. El experto vive en la delgada y fina linea que divide la sabiduría de la necedad y los errores propios son elusivos cuando se ha puesto esa etiqueta en la solapa que pesa como un lastre: "Experto". De estos hay que cuidarse, porque la soberbia causa más ceguera que las cataratas y hay que vivir en estado de alerta, ya que el ostentar tal estatus algunos vivos pueden lograr que una bola de mierda salida de sus bocas se convierta en doctrina.
Disiento. Vaya palabra. Está formada por dos sílabas: Co-Jones. Sí, esos que con los años o se asientan o se regresan a anidar en las entrañas. Valor para enfrentar, argumentar y no dejar que otros hagan de la mentira y el engaño una verdad generalizada. Se necesita valor para decir NO ESTOY DE ACUERDO. Se necesita inteligencia para decir: POR ESTO, POR ESTO Y POR ESTO. Y se necesita pasión para decirlo: AUNQUE SEAS QUIEN SEAS.
No se trata de ganarse fama de buscabullas, reventador, inadaptado o revoltoso. Se trata de abrir caminos en la conciencia de los que se toman un minuto para escucharnos. Cada oportunidad de enderezar entuertos y de aclarar brumas debe ser aprovechada y respetada como única y de alta valía. Quedarse callado para ganar un contrato, alabar a un gobierno que ha sido una mierda para no quedarse sin empleo...o sin vida, besar culos para lograr esa ansiada posición corporativa aunque en ello se vaya la dignidad y el alma, no es de gente bien nacida y tarde o temprano revienta en la cara. Mas vale una vez colorado....que mil descolorido.
"La política es el arte de comer mierda sin hacer gestos", decía un buen amigo abogado. Y Francamente, no es el sabor que quiero tener en mi boca. Yo disiento porque puedo, porque debo y porque sé. No es el camino fácil, pero es el camino que elegí seguir. La vida al final, dará la razón a quien la tenga. Y al final disiento, porque mi corazón me grita: Dí... siento.
Siéntanse libres de disentir.
Do Something!
Aureliano García