1/5/12

LA MEDALLITA

Una fecha significativa la del 1ero de Mayo. En primer lugar porque la gran mayoría festeja el Día del Trabajo  SIN TRABAJAR. En segundo lugar porque el trabajo sigue siendo un tema mítico: "Es tan malo, que hasta te pagan por hacerlo" o "Si haces lo que te gusta, no tendrás que trabajar por el resto de tu vida" ...y demás frases baratas que reflejan los 2 extremos del espectro.

Ud sabrá , estimado lector, el valor y la importancia que le da a sus actividades diarias. Como dice mi buen amigo Horacio Marchand: "Si sale usted de su casa hacia su pasión o su prisión, en su salud hallará la respuesta". De eso no hablaré hoy. Hoy me referiré a un tema que todos hemos visto o vivido, algunos practicado, pero del cual se habla poco seriamente, quizás por su naturaleza mezquina y vergonzosa.

¿DE QUIÉN ES EL TRABAJO?

Encuentro fascinante y repugnante a la vez, el juego muy mexicano de llevarse los honores de la conclusión de algún tema sin haber realizado ningún esfuerzo. Extrañas revoluciones se dan en medios corporativos y gubernamentales para salir en la foto y llevarse el crédito de algo que le costó a alguien más su tiempo, trabajo y esfuerzo.

La batalla por "Colgarse la Medallita",  arrecia cuando los proyectos están por terminarse de buena manera. De pronto aparecen personajes tenebrosos que, a hurtadillas, han observado el desarrollo de los hechos sin meter una sola mano, a veces poniendo obstáculos para que el trabajo no se logre, y una vez viendo sus esfuerzos malvibrosos echados a perder, saltan a la escena a tratar de robar cámara con falsa sonrisa y abrazo decadente. 

También son aspirantes a medallistas los holgazanes, los que siendo parte del equipo no dieron lo mejor de sí, no se aplicaron y no respetaron a los demás. Los Huevones, por ponerlo en mi mejor francés. Pero eso sí, a la hora de los honores, son los primeros en la foto, en mandar el mail de agradecimiento al resto, en contar como "sufrieron" para obtener este logro tan importante.

Otros medallistas muy jocosos son los que deciden bajarse del caballo a medio río. Los que se ponen flotadores, se bajan del caballo y dejan al equipo a su suerte. Es un hecho confirmado que a los rajados ni Dios los quiere, y menos cuando el caballo llega a la otra orilla, a base del esfuerzo y pasión que los demás le pusieron a la loca empresa de llegar hasta el final, y de pronto, ahí aparecen los desertores, listos para obtener las lisonjas de los desinformados, con una chabacanería que solo puede ser solventada por la poca clase y la baja ralea de su educación y pseudo valores.

Y por último, las medallas colgadas en el saco del líder. El que olvida al equipo, el que por ostentar una posición jerárquica de altos vuelos considera que merece llevarse el crédito completo de la acción de otros. Ah! la paradoja eterna del que maneja un grupo: quedarse con los trofeos o dar un paso hacia atrás para que su equipo saque el mejor ángulo en la foto del éxito final. La respuesta no es difícil, es la naturaleza humana la que la vuelve complicada.

El trabajo es del que lo realiza, del que lo gestiona, del que se remanga la camisa y se mete hasta el fondo de los temas. El trabajo es del que lo disfruta minuto a minuto, del que lo conoce a fondo, del que se informa, del que lo defiende, del que ve en la misma naturaleza del mismo, una buena razón para levantarse todas las mañanas. El trabajo es del que puede dormir con la conciencia en paz por las noches, con la satisfacción del deber cumplido. El trabajo, también, sabe quien fue su creador y tarde o temprano, las medallitas mal colgadas se pudren, los honores regresan al que los merece y las cosas vuelven a su sitio natural. 

El trabajo enaltece; el robo del mismo, envilece.

Y por el solo trabajo que cuesta leer mis tonterías, hoy el trabajo, es de ustedes.

Do something!

Aureliano García.