" La vida se ve diferente cuando tienes una pistola apuntándote a la cara". Yo.
Por razones que aun desconozco pero de las cuales siempre estaré agradecido, el sujeto no puso resistencia cuando le entregaba las llaves y le pedía que me dejara bajar a mi esposa y a mi bebé antes de que cometiera su atraco. Nunca olvidaré la escena: ver a mi esposa cargando en brazos a mi hijo de mes y medio de nacido, entrando apresuradamente a la casa mientras los criminales consumaban su acción, llevándose el automóvil, producto de arduo trabajo y pagos mensuales puntualmente liquidados. Y Sí, leyeron bien, el asalto se llevó a cabo en la puerta de mi casa.
Los coches son fierros, tienen arreglo. Preservar la vida es el instinto básico del ser humano y todo se concentra en ese momento donde hay que decidir como actuar mientras la frente se convierte en el objetivo del arma que nos apunta. Presevar la vida, salvar a la familia. No hay más.
Ésto pasó anoche, en Monterrey. La ciudad que ha sido catalogada como la 4ta ciudad más feliz del mundo por un escritor extranjero que nos visitó en el 2006, lo llevaron a 3 cantinas y 2 table dance y gracias a la magia de una editorial que le publicó sus pendejadas, el tema llenó de regocijo a algunos desinformados y de rabia a otros, como el que ésto escribe, al detectar el cinismo implícito en la categorización.
Pasó en Monterrey, la ciudad donde se bloquean las calles, se asesinan las bandas rivales en plena calle, se matan civiles por "error", se asalta a plena luz del día, se extorsionan negocios y se pierde, por minuto, el respeto por la vida humana.
Pasó en Monterrey, la ciudad en donde empresarios como Don Lorenzo Zambrano califica de cobardes a los que han decidido irse de aqui debido a la inseguridad. No le deseo a nadie, menos a Don Lorenzo, el momento duro y asfixiante de sentirse encañonado y dejando la decisión de vivir o morir en manos de un truán desconocido y desalmado.
Pasó en Monterrey, en donde ni el gobernador ni el presidente municipal viven en la ciudad por el miedo que les corroe. Pero si cobran. No crean ustedes que eso les ha dado miedo nunca.
Pasó en Monterrey. Mi ciudad adoptiva. La que me recibió segura y que ahora me causa un profundo desconcierto.
Pasó en Monterrey. Todo indica que seguirá pasando porque no hay criminal que resista la tentación de actuar en un país impune y en un estado fallido.
Hoy, estamos vivos para contarlo. Mañana, no sabemos.
Bienvenidos a la ciudad feliz.
Do something!
Aureliano García